miércoles, 31 de diciembre de 2008

Decía mi abuelo que a todos los sitios se entra con una sonrisa. Que a todas las personas se las llega con una sonrisa. Que una sonrisa es signo de alegría, y de buena educación. Una sonrisa, que es gratis. Que se contagia.
"Que no cuesta nada", si mal no recuerdo. Esto no es tan cierto como yo lo imaginaba cuando mi abuelo me aconsejaba, siendo niño. Pero una sonrisa es grande, eficaz. Y una sonrisa sincera es enorme, e inabarcable. Y la sonrisa de la persona que amas es eterna.

La casualidad (o los entresijos del subconsciente) ha ocasionado que toque un tema que es fácilmente enlazable con la fecha: "Queridos hermanos, lo que quiero decir es que entremos al nuevo año con una sonrisa por delante". Pero no: que cada uno se tome la llegada del nuevo año como quiera, como si es ignorándola (qué osadía, tal como está el patio). Y que la sonrisa llegue sola. Que no la tengamos que pedir a los Reyes. Que brote y sosiegue el ambiente.

Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe; sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo pero su recuerdo, a veces, nunca se borra.
Anónimo


La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz.
Proverbio escocés

No existe la casualidad, sino la ilusión de la casualidad
V, en la película V de Vendetta