lunes, 31 de agosto de 2015

Miremos al pájaro (cita de Richard P. Feynman)

   «Solíamos ir a las Montañas Catskill. Vivíamos en Nueva York y las Montañas Catskill eran un lugar de veraneo: había un grupo numeroso de personas. Los padres de familia seguían trabajando en Nueva York y venían a pasar los fines de semana. Cuando venía mi padre me llevaba a dar paseos por el bosque y me contaba las cosas interesantes que allí pasaban, y que explicaré enseguida. Viendo esto, las otras madres pensaban que era maravilloso y que los otros padres también deberían llevar a sus hijos a dar un paseo. Ellas trataron de convencer a sus maridos pero éstos se negaron al principio y pretendían que mi padre llevase a todos los niños, pero él no quería porque tenía una relación muy especial conmigo -nos unía algo muy personal-, de modo que al final los otros padres tuvieron que llevar de paseo a sus hijos al fin de semana siguiente. Y el lunes siguiente, cuando todos habían vuelto a su trabajo, los chicos estábamos jugando en el campo y uno me dijo: "¿A que no sabes qué tipo de pájaro es ése que hay ahí?". Y yo le dije: "No tengo la menor idea de qué tipo de pájaro es". Él dijo: "Es un tordo de garganta marron", o algo así; "tu padre no te cuenta nada". Pero era todo lo contrario: mi padre me había enseñado. Mirando a un pájaro decía: "¿Sabes qué pájaro es ése?" Es un tordo de garganta marrón; pero en portugués es un... en italiano un...", decía, "en chino un..., en japonés un...", etc. "Ahora sabes qué nombre tiene ese pájaro en todos los idiomas que quieras", decía, "pero cuando hayas acabado con eso no sabrás absolutamente nada sobre el pájaro. Sólo sabrás cómo llaman al pájaro los seres humanos de diferentes lugares. Ahora", concluía, "miremos al pájaro".»
El placer de descubrir, Richard P. Feynman.


lunes, 10 de agosto de 2015

Preguntas sobre la publicidad de Moleskine

   Me pregunto por cuánto tiempo la marca Moleskine va a tirar publicitariamente de aquello que Hemingway y Picasso escribieron en sus libretas. Me respondo que lo harán por los siglos de los siglos. También me pregunto qué valdrían dichas libretas en su época, y si los susodichos artistas las emplearían también hoy en día con esos precios tan hinchados (y qué  valdrían hoy las Moleskine si aquellos no las hubieran tocado). Y si así fue, entonces me pregunto si las usarían desde sus inicios y etapas más pobres, o lo hicieron una vez se pudieron permitir cierto nivel de vida. También me pregunto si la gente piensa -aunque sea subconscientemente- que va a escribir como Hemingway o dibujar como Picasso por tener la libreta. ¿O acaso alguno se compra las Moleskines con la secreta esperanza de que algún día su nombre aparezca en la publicidad de la marca junto al de los grandes?
   Por último, me pregunto si, de volverme yo algún día un escritor de éxito, Plus Papel (Made in China), la marca de la libretilla en que ahora escribo esto, se jactará de que tal insigne personaje usó su papel; y si subirá, al punto, los precios; y si pasará de venderse en los Todo a Cien a en sofisticadas librerías.
   Ya que estamos, me pregunto si lo harán los de todas las marcas de todas las libretas que he tocado, y hasta los de las servilletas de algunos bares y restaurantes. Y ya puestos, ¿por qué no la empresa de las puertas de baño de aquél servicio en que me dio por ponerme creativo?

(Encontrado en una libreta de 2013)

jueves, 4 de junio de 2015

Un número

Noventa y un sixtillones setecientos ochenta y tres mil setecientos sesenta y tres quintillones seiscientos cincuenta y un mil quinientos sesenta y dos cuatrillones setecientos doce mil setecientos ochenta y tres trillones ochocientos ochenta y cuatro mil trescientos veintisiete billones cuatrocientos treinta y seis mil doscientos treinta y cinco millones quinientos dieciséis mil setecientos setenta y dos.

martes, 2 de junio de 2015

Kurt Vonnegut sobre el talento en un mundo globalizado

Brave New World, Katarina Macurova 
"     Había nacido, evidentemente, para dibujar mejor que la mayoría de la gente, tal y como la viuda Berman y Paul Slazinger habían nacido evidentemente para contar historias mejor de lo que la mayoría de la gente es capaz. Otras personas nacen, evidentemente, para cantar y bailar y explicar las estrellas del cielo o hacer trucos de magia o ser grandes líderes o atletas, etcétera.
     Creo que podría retroceder al tiempo en el que la gente tenía que vivir en pequeños grupos emparentados —quizás cincuenta o cien personas como mucho. Y la evolución, o Dios, o lo que sea organizaba las cosas genéticamente para que las pequeñas familias salieran adelante, para animarlas, de modo que todos pudieran tener a alguien que contara historias alrededor de una fogata por la noche, y alguien que pintase dibujos en las paredes de las cuevas, y algún otro que no tuviera miedo de nada, etcétera… [Un] esquema como ese ya no tiene sentido, sencillamente porque un talento del montón se ha devaluado por culpa de la imprenta y la radio y la televisión y los satélites y todo eso. Una persona con un talento normalito, que hace mil años hubiera sido considerada un tesoro para la comunidad, tiene que tirar la toalla e ir hacia otra línea de trabajo, ya que las comunicaciones modernas le ponen en competencia diaria nada menos que con los campeones del mundo.
     El planeta entero puede ahora tirar adelante razonablemente bien con quizá una docena de protagonistas absolutos en cada área del talento humano. La persona con un don dentro de la media tiene que conservar su talento bajo llave hasta que, por decirlo de algún modo, él o ella se emborrache en una boda y empiece a bailar claqué sobre la mesita del salón como Fred Astaire o Ginger Rogers. Tenemos un nombre para estas personas. Les llamamos “exhibicionistas”.
¿Cómo reverenciamos a tales exhibicionistas? Les decimos a la mañana siguiente: “¡Uau, sí que estabas borracho anoche!”
Palabras del personaje Rabo Karabekian en Barbazul, novela de Kurt Vonnegut.

lunes, 27 de abril de 2015

Lo que aprendí de mi abuelo Félix

    Hace unas semanas murió Félix, mi abuelo paterno. Fue un hombre que trabajó duro para asegurarles un futuro a sus hijos, y lo consiguió. Cuando yo era aún un chaval, sufrió un trombo cerebral y quedó muy incapacitado; no volvió a ser el mismo, aunque en ocasiones tuvo momentos de más lucidez. Vivió así durante años.
     Cuando, antes de morir, su salud empeoró, me paré a reflexionar sobre mis recuerdos sobre él, y recordé varias cosas que se me han quedado grabadas desde niño, algunas de las cuales estoy seguro que han influenciado mucho mi personalidad. En el funeral, tuve la suerte de poder recordar en público estas y otras cosas de su vida. Como dije en aquel momento, creo que, además de los bienes materiales y sus descendientes, su gran legado también es su forma de afrontar la vida . Y estas son las cosas que yo, personalmente, aprendí por él.

De todo se puede aprender

     Recuerdo a mi abuelo contándome que había aprendido a hacerse el nudo de la corbata a base de fijarse en cómo lo hacían los personajes de las películas en la tele (mi padre me dice que tuvo que ser en el cine, no en la televisión; los recuerdos son engañosos, es posible que esté equivocado con lo de la tele, aunque creo que también cabe la posibilidad de que a mí me dijera que lo había aprendido con la tele para que yo, como niño que era, lo entendiera mejor).
     Esta anécdota implica que supo sacar un provecho práctico de lo que llamamos "la caja tonta" (o del cine, si fuera el caso). Creo que esto se me grabó como una enseñanza de que de TODO se puede aprender, y se puede aprender continuamente. Incluso de los malos ejemplos, incluso de los discursos estúpidos o ignorantes, incluso de lo que no intenta enseñar. El provecho que se saca de algo no depende tanto de ese algo, sino de la actitud con que lo miras.

Con una sonrisa por delante se va a cualquier parte

     El abuelo repetía a menudo que "con una sonrisa por delante se va a cualquier parte". Recuerdo cómo enfatizaba que, al hablar con alguien que estuviera atendiendo en una ventanilla, por ejemplo, no era lo mismo hacerlo yendo serio que ofreciendo desde el primer momento una sonrisa. Creo que hablaba por experiencia, y con esto, venía a decir que con una actitud positiva y amable hacia los demás, es más fácil que los demás se abran a nosotros, y se ahorran muchos problemas.

A la hora de hacer, el que más hace es el más listo

     Algo que recuerdo al abuelo diciendo mucho es que "a la hora de comer, el que más come es el más listo; a la hora de jugar, el que más juega es el más listo; a la hora de estudiar, el que más estudia es el más listo". La lista de acciones variaba según cuándo te lo decía, pero dice mi padre que siempre terminaba con lo de la hora de estudiar, ya que esto lo decía sobre todo para enfatizar la importancia del estudio. Sin embargo para mí, que durante años he tenido esta retahíla en la cabeza, este dicho llegó a significar algo más. Lo que yo entendía es que en la vida nos toca hacer muchas cosas que no nos agradan (cosas como madrugar, estudiar, trabajar), pero muchas de estas cosas son importantes y necesarias, pese a que no nos apetezcan. A menudo, hay un momento para cada cosa, y por eso, cuando llega ese momento, lo mejor que podemos hacer es centrarnos en ese instante, saber sacar el mayor partido de él, e incluso disfrutarlo. Creo que con este consejo, consciente o inconscientemente, nos estaba recomendando aprovechar el tiempo.
     En este sentido, recuerdo cómo estando en el instituto, y sabiendo que tenía que estar en las clases a la fuerza, me esforcé (con satisfactorios resultados) por atender en clase tanto como pudiera, con la firme idea, lo admito, de luego no tener que estudiar -o estudiar lo mínimo- para aprobar los exámenes. Se ve que, de alguna manera, encontré la forma de seguir su consejo y saltármelo, a la vez.

Causa y efecto

    En el día a día tenemos cientos de demostraciones de causa y efecto. Sin embargo, el primer recuerdo marcado que tengo yo en este sentido tiene que ver con mi abuelo Félix también. Esta no fue una lección suya, pero es un recuerdo que asocio a él y, en cierto modo, no puedo evitar pensar en ello como algo más que aprendí de él.
    Era una mañana muy fría. Yo y mis hermanos Abel e Isaac éramos muy pequeños, y nos habíamos quedado a dormir en casa de mis abuelos. Mi abuelo nos llevó a la calle Madrid para coger un autobús que nos llevaría al colegio. Con la previsión de mi abuelo, llegamos a la parada varios minutos antes que el autobús, y nosotros teníamos mucho frío. Entonces mi abuelo nos dijo: "Corred hasta ese poste de allí y volved, ya veréis cómo entráis en calor". Yo era escéptico a aquella idea, no veía la relación entre correr y entrar en calor. Imagino que entendía que lo único que daba calor era más ropa, sitios cerrados y los radiadores. Creo que dudé, pero mi abuelo insistió, y corrí. Fui hasta el poste en cuestión y volví, pero no noté más calor. "No funciona", es probable que dijera yo. "Pues repite hasta que funcione", es probable que dijera él. Así lo hice, y creo recordar que tras siete idas y vueltas, estaba completamente acalorado. Aquello me maravilló, y desde entonces sentí que siempre sabría qué hacer si quería combatir el frío. Fue como adquirir un superpoder.
     Pero además, creo que aquello se me quedó marcado de forma subconsciente como una demostración de las relaciones ocultas y misteriosas entre las causas y los efectos. Y en esa (posterior) batalla mental por dilucidar a qué causas corresponden qué efectos creo que está la base de mi afición por la lógica y la ciencia.
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     Estos son cuatro enseñanzas concretas que asocio a mi abuelo, pero sin duda hay más, muchas de ellas más sutiles y dadas por su ejemplo más que por su palabra.
     Recuerdo atravesar las vías de la antigua Renfe con él, pasear por la carretera de Arcos arriba, las manzanas que siempre tenía y los Huesitos que siempre nos daba. Le recuerdo haciendo ejercicio en la terraza a una hora tempranísima, y el olor característico de la casa de los abuelos. Hoy la que era la casa de los abuelos ha perdido su olor característico. Confío en que los que somos su descendencia no perdamos sus mejores valores.

sábado, 28 de marzo de 2015

Lo que yo soy [Neruda]

Ay, que lo que soy siga existiendo y cesando de existir,
y que mi obediencia se ordene con tales condiciones de hierro
que el temblor de las muertes y de los nacimientos no conmueva
el profundo sitio que quiero reservar para mí eternamente.
Significa sombras, Pablo Neruda.

Para qué sirven los versos [Neruda]

Para qué sirven los versos si no es para esa noche
en que un puñal amargo nos averigua, para ese día,
para ese crepúsculo, para ese rincón roto
donde el golpeado corazón del hombre se dispone a morir?

Oda a Federico García Lorca, Pablo Neruda

lunes, 23 de marzo de 2015

cargando el arma

Y qué quieres que te escriba si ya no sé qué escribir,
si no sé qué puedo enseñarte que otro no pueda decir.
Mírame más allá de las pupilas, y, si encuentras algo,
avísame pues yo no lo veo y no sé cuánto es lo que valgo.

Hoy saldré por la ventana, pero no caeré,
me elevaré entre las nubes en busca de mi fe.
No sé si la encontraré, pero puedo emularla
aprenderé a ser yo por dentro y por fuera pondré otra cara.

La clave es... la misma paradoja de siempre...
¡que no hay clave alguna!
La verdad siempre está presente, pero siempre
con una funda.

Es preocupante echar de menos
a quien nunca has tenido.
Da a entender la falta de cariño que se tiene...
de un mismo.

Deseos imposibles,
todos los hemos tenido.
Y esa es la certeza
que merece el seguir vivos:
cumplirlos.

Publicado en Fotolog el 13 de noviembre de 2007

sábado, 14 de marzo de 2015

Amor y conocimiento: mi lectura de 'Por qué no soy cristiano', de Bertrand Russell

   Acabo de terminar de leer una recopilación de artículos de Bertrand Russell, bajo el título Por qué no soy cristiano. Me parece uno de los autores más sensatos que he leído jamás, y uno de los autores con cuyas reflexiones más concuerdo; a muchas de las cuales había llegado ya por mi propia experiencia e indagaciones*.

   Es curioso: a medida que avanzaba, su lectura se me iba antojando una reafirmación casi innecesaria de mis propios puntos de vista, pero a la vez no recordaba haber tenido nunca dicha sensación tan agudizada con otros autores, con lo que la experiencia era extraña y, a su modo, cautivadora.

Bertrand Russell
   Ahora, por un lado no siento la necesidad de leer nada más, en este aspecto, de Bertrand Russell. Siento que concuerdo con él en lo esencial, y su lectura, más que ideas nuevas (que también), me reporta formas de articular ciertos argumentos (que tampoco es poco). Por otro lado, me queda la curiosidad de hasta qué punto estaré de acuerdo con su visión del mundo (que, por otro lado, contemplaba un momento histórico muy diferente del actual). En ese sentido, tengo especial intriga sobre sus ideas en La conquista de la felicidad, el otro de sus libros que me espera en la estantería (quizás no por mucho tiempo, pese a que el título parezca de la sección de autoayuda). Por el momento, su tesis sobre lo que considera 'la buena vida' me parece óptima:
La buena vida es una vida inspirada por el amor y guiada por el conocimiento.
   Este énfasis en potenciar y armonizar ambas cosas, amor y conocimiento, en pos de alcanzar la mejor vida posible, me parece clave. Cualquiera de los dos sin el otro, está destinado a ser insuficiente y perjudicial. Los dogmas suelen exacerbar el papel del amor y olvidar el conocimiento, mientras que la ciencia, nuestra fuente más fiable de conocimiento, no se ocupa de la bondad. Es por ello que nos corresponde a nosotros, cada uno de los que tenemos nuestro nicho de influencia en este mundo, perseguir vidas con tanto amor y conocimiento como sea posible. Siempre se puede alcanzar más de ambas cosas, por lo que es un camino por el que siempre se puede avanzar.

Portada del libro
   Cuando mi madre, muy católica, vio el título del libro, Por qué no soy cristiano, no se escandalizó (la voy acostumbrando). Al contrario, en seguida me dijo que se lo dejara leer una vez lo terminara yo. "Para conocer al enemigo", añadió con cierta guasa. No sé hasta qué punto es consciente de que, con algo de retranca, sí, pero me estaba considerando su enemigo. Lo que sé perfectamente es que no me trata como tal ni mucho menos, y por eso y por otras mil cosas -como el hecho de que se quiera leer un libro que sabe que va contra sus firmes ideales-, la quiero más de lo que se puede decir.

   Por mi parte, por recomendación, le tengo echado el ojo a algunos libros de C. S. Lewis y Chesterton en los que hacen apología del cristianismo. No es que me haya faltado la perspectiva religiosa en la vida -he recibido multitud de catequesis e influencias, y me he informado de los principales argumentos a su favor-, así que dudo muy seriamente de que me vayan a convencer de nada. Pero siempre los puedo leer para descubrir nuevas perspectivas (tengo especial curiosidad sobre Chersterton) y para crecer en erudición.
   Para eso, o para "conocer al enemigo", como dice mi madre.

   *Nota: no pretendo sugerir, ni mucho menos, que estoy al nivel cultural, filosófico y racional que demuestra Russell, y que he llegado solo por mi cuenta a sus mismas ideas. Estoy convencido de que si, ya antes de leerlo, compartía muchos de sus argumentos y conclusiones, es porque éstos me habían llegado antes a través de otros medios influenciados a su vez por él o por pensamientos que le influyeron a él también.

Los males del cristianismo y el comunismo: ¿son tan diferentes? [Bertrand Russell]


Escrito en 1954:
    "Es habitual, entre los apologistas cristianos, considerar el comunismo como muy distinto del cristianismo y contrastar sus males con los supuestos bienes disfrutados por las naciones cristianas. Para mí esto es un profundo error. Los males del comunismo son los mismos que existían en el cristianismo durante las edades de la fe. La GPU [policía secreta de la Rusia Soviética] se diferencia de la Inquisición sólo cuantitativamente. Sus crueldades son de la misma clase, y el daño que hace a la vida moral e intelectual de los rusos es del mismo tipo que el que hicieron los inquisidores donde prevalecieron. Los comunistas falsifican la historia, y lo mismo hizo la Iglesia hasta el Renacimiento. Si la Iglesia no es ahora tan mala como el Gobierno soviético, se debe a la influencia de los que la atacaron: desde el Concilio de Trento hasta el día de hoy, todas las mejoras de la Iglesia se han debido a sus enemigos. Hay muchos que se oponen al Gobierno soviético porque les disgusta la doctrina económica comunista,  pero esto es lo que el Kremlin tiene en común con los primeros cristianos, los franciscanos, y la mayoría de los heréticos cristianos medievales: Tomás Moro, un mártir ortodoxo, habla del cristianismo como de algo comunista, y dice que éste era el único aspecto de la religión cristiana que la hacía recomendable a los utópicos. No es la doctrina soviética en sí misma la que puede considerarse justamente como un peligro; es el modo en que se mantiene esta doctrina. Se la defiende como una verdad sagrada e inviolable, y el dudar de ellas un pecado merecedor del más severo castigo. El comunista, como el cristiano, cree que su doctrina es esencial para la salvación, y esta creencia es la que hace la salvación posible para él. Las semejanzas entre cristianismo y comunismo son las que los han hecho incompatibles entre sí. Cuando dos hombres de ciencia están en desacuerdo, no invocan el  brazo secular; esperan que la prueba ulterior decida quién tiene razón, ya que, como hombres de ciencia, saben que ninguno es infalible. Pero cuando dos teólogos difieren, como no hay criterio al que ninguno de ellos pueda apelar, sólo existe un odio mutuo y una apelación, explícita o no, a la fuerza. El cristianismo, lo reconoceré, hace menos daño del que solía hacer; pero ello se debe a que se cree con menos fervor en él. Quizá, con el tiempo, se dará el mismo cambio con el comunismo; y, si así es, ese credo perderá mucho de lo que hoy le hace pernicioso. Pero si en Occidente prevalece el criterio de que el cristianismo es esencial a la virtud y la estabilidad social, el cristianismo adquirirá de nuevo los defectos que tenía en la Edad Media; y, al parecerse más al comunismo, se le hará cada vez más difícil de reconciliarse con él. Este no es el camino que va a salvar al mundo del desastre.

¿Puede la religión curar nuestros males?, Bertrand Russell

viernes, 13 de marzo de 2015

Dos citas sobre la democracia [Bertrand Russell]

    "Una democracia en la que la mayoría ejerce sus poderes sin restricción puede ser tan tiránica como una dictadura. La tolerancia de las minorías es parte esencial de una democracia prudente, pero esto no se recuerda siempre lo bastante."
    "Una de las cosas más importantes que se debe enseñar en los centros docentes de una democracia es la actitud de sopesar argumentos, y el tener una mente abierta y preparada de antemano a aceptar el argumento que parezca más razonable."

La libertad y las universidades, Bertrand Russell.

jueves, 12 de marzo de 2015

El cojinete [cita de Terry Pratchett]

   "Conocía la reputación de Leonardo. [...] Aquel hombre había inventado el cojinete, un artilugio tan obvio que jamás se le habría ocurrido a nadie. Esa era la clave de su genialidad: él inventaba cosas que se le podían haber ocurrido a cualquiera, y los hombres que inventan cosas que se le podrían haber ocurrido a cualquiera son muy escasos."

Uno de mis fragmentos favoritos de Terry Pratchett, fallecido hoy. De su libro El último héroe.

La Muerte, el mejor personaje de sus libros

miércoles, 11 de marzo de 2015

El peligro de la moral irracional [cita de Bertrand Russell]

"Muchos adultos conservan en lo profundo de sus corazones las enseñanzas que recibieron en la niñez y se sienten pecadores cuando sus vidas no siguen el rumbo que les fue indicado en la escuela dominical. El daño que se produce no es únicamente la escisión que provoca entre la personalidad razonable consciente y la personalidad infantil inconsciente; reside también en el hecho de que, junto con las partes no válidas de la moral tradicional, se desacreditan también los aspectos válidos, y se llega a pensar, por ejemplo, que si el adulterio es excusable lo son también la ociosidad, la deshonestidad o la crueldad. Este peligro está estrechamente relacionado con un sistema que enseña a los jóvenes un conjunto de creencias que tienen que desechar en bloque cuando son adultos; cuando entran en la fase de rebeldía social y económica es muy probable que desechen tanto lo bueno como lo malo."

Es decir, que un peligro de enseñar moral asociada a creencias no racionales es que cuando alguien rechace dichas creencias o parte de esa moral, es más probable que tienda a rechazar el resto de preceptos en bloque, aunque no todos ellos fueran necesariamente malos o errados.

Palabras entrecomilladas de Bertrand Russell en Nuestra ética sexual.

martes, 10 de marzo de 2015

Mi bisabuela


Isabel Castrillo, 98 años

—Tú, abuelita, que has visto cómo han cambiado las cosas en casi un siglo de vida, ¿qué diferencias notas de antes a ahora?

—¡Muchísima diferencia! Ahora no hay ni educación, ni cariño, ni respeto. Ha habido un cambio radical en respeto. No se respeta a padres, familiares, ni a cualquiera. ¡Entre muchos! ¡Ojo! No todos. Nosotros por suerte tenemos una familia maravillosa. Estamos unidos como una piña. Yo os quiero a todos, a todos, muchísimo.